Estambul es una ciudad verdaderamente única, un puente entre continentes y culturas. Es sofisticada a la manera europea, pero ruidosa y caótica a la manera asiática, y no deja indiferente a ningún viajero. Asegúrate de visitar las dos mezquitas más famosas de la ciudad: la Mezquita Azul y la Mezquita de Süleymaniye, así como la mundialmente conocida Hagia Sophia, que ha sido tanto una iglesia cristiana como una mezquita a lo largo de su historia. Además, no dejes de visitar el Palacio de Topkapi, la antigua residencia del sultán, donde podrás ver cómo vivían las concubinas en el Harem y disfrutar de la colección de tesoros imperiales en el Tesoro.
Los amantes de la comida definitivamente apreciarán la cocina local, rica en especias, el café turco más fuerte y el té aromático servido en vasos de vidrio en forma de «tulipán». Sin embargo, el alcohol se puede comprar principalmente en bares y es bastante caro debido a que Turquía es un país predominantemente musulmán.
Para acercarte más a la cultura turca, visita uno de los numerosos espectáculos donde los artistas, vestidos con trajes coloridos, realizan danzas tradicionales. Los turistas también se interesan por los espectáculos de los derviches giróvagos, una danza con un profundo significado religioso.