Tras la puesta de sol, Lisboa cobra vida. Sus habitantes inundan las calles, mientras los empleados de bares y cafés instalan sus mesas al aire libre. Grupos de gente divertida se reúnen en las escaleras, bebiendo vino y disfrutando de las melodías de los músicos callejeros.
Las discotecas de Lisboa tienen un rasgo distintivo: casi nadie se queda en casa, todo el mundo prefiere relajarse fuera.
Muchos restaurantes de Lisboa se transforman en discotecas donde la canción nacional, el fado, ocupa un lugar central. Este fenómeno cultural es único en Portugal y forma parte integral de la vida nocturna lisboeta. Una auténtica experiencia de fado requiere una iluminación tenue, una fadista con talento (una chica con una voz increíble) y una guitarra portuguesa de forma característica. La entrada suele costar unos 10 euros.
El fado es un lamento por el difícil destino de los marineros que se embarcaron en grandes descubrimientos geográficos. Esta forma de arte es una apreciada y auténtica forma de entretenimiento portugués para adultos en Lisboa, más que una atracción turística retro.