Ciudad de México tiene dos vidas: una visible, alegre, acogedora, llena de aromas de tamales tradicionales y animadas conversaciones sobre tequila. Y otra oculta a los ojos de los no iniciados: una vida donde deslumbrantes rascacielos ocultan las fachadas de palacios centenarios, y las aceras perfectas se apoyan sobre antiguos ríos y restos de templos. Esta capital extravagante, exótica y cautivadora de México es un fragmento milagrosamente conservado de una civilización mágica, pulido hasta brillar con el lujo moderno.