¿Dónde está Terracina?
El Lacio, con todos sus centros turísticos, no sufre de falta de turistas. Vienen aquí todo el año. La ciudad moderna se divide en dos partes: la Alta Terracina y la Baja Terracina.
Terracina está situada en la costa del golfo de Gaeta, a 90 km al sureste de Roma. Es el centro de la región turística llamada Costa de Odiseo, a lo largo del mar Tirreno. La región debe su nombre a que se menciona en la famosa "Odisea" de Homero.
La parte alta de la ciudad, situada por encima de la carretera, se considera el centro histórico, donde se encuentran edificios romanos y medievales, torres, fortalezas y grandes murallas de piedra. La población de Terracina preserva diligentemente su patrimonio cultural, con numerosos museos y fascinantes recorridos que atraen la atención tanto como las playas y el mar.
Historia de Terracina
La ciudad fue fundada en el siglo IX a.C., siglo y medio antes de la fundación de Roma. En el año 600 a.C., la famosa Vía Apia pasaba por Terracina, conectando Roma y Nápoles. Gracias a su ubicación en la ruta entre estas importantes ciudades, el asentamiento adquirió un estatus especial y se desarrolló rápidamente. La Vía Apia llegaba hasta las orillas del mar Tirreno, convirtiendo a Terracina en uno de los principales puertos del Lacio. Todo ello contribuyó al crecimiento y prosperidad de Terracina, acumulando no sólo riqueza material sino también patrimonio cultural.
Fue en este camino donde el apóstol Pedro, mientras huía de la ira de Nerón, se encontró con Jesucristo como señal de que debía regresar a Roma y abrazar el sufrimiento en nombre del cristianismo.
Los primeros pobladores fueron tribus nómadas indoeuropeas, y después comenzaron a asentarse guerreros espartanos, que ampliaron considerablemente los límites de la ciudad. A partir de entonces, se inició una activa construcción, que continuó hasta la Edad Media. Terracina fue fortificada y se construyeron numerosos templos, dedicados tanto a antiguos dioses griegos como a santos cristianos, así como torres de vigilancia.
Hasta el siglo XIX, sirvió de residencia de verano para los Papas, y fue aquí donde se eligió al Papa Urbano II, el único Papa elegido fuera de los muros del Vaticano, en la Catedral de Terracina.