La principal atracción que atrae a miles de turistas cada año es la Medina, la Ciudad Vieja. En su corazón se encuentra la Plaza Jemaa-El-Fna, un sitio del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Además, puedes explorar los palacios construidos en diferentes épocas para gobernantes y sus familias, como el Palacio de la Bahía (antigua residencia del visir) y El Badi. Marrakech cuenta con mezquitas notables, incluyendo la Koutoubia, conocida por su imponente minarete, Ali Ben Youssef y Muassin.
No te pierdas el Museo Bert Flint, que exhibe las culturas del norte de África, el museo de artesanía Dar Si Said y el museo dedicado al pintor Majorelle.
Visitar los mercados, incluso si no tienes intención de hacer compras, es una experiencia imprescindible. Ofrecen una amplia gama de artículos, desde especias y dulces hasta telas, alfombras, souvenirs y joyería, ¡verdaderamente reminiscentes de los cuentos de hadas orientales!
Cuando cenes en un restaurante marroquí, prepárate para una cocina picante y sabrosa. Los platos tradicionales incluyen cordero asado, cuscús (generalmente se come con tres dedos de la mano derecha) y tajín, un guiso de carne y verduras cocido en una olla de barro especial. Para el postre, disfruta de malvavisco con almendras.