1. Palacio de Amalienborg
Sin duda uno de los palacios más bellos de Dinamarca, y aún en uso, Palacio de Amalienborg sigue siendo la residencia de la familia real. El palacio consta de cuatro mansiones unidas en torno a la plaza del mismo nombre. Dos de ellas -las mansiones de Christian VII y Christian VIII- están abiertas a los turistas. Aquí se puede ver cómo eran los aposentos reales de 1863 a 1947, ya que todos los muebles, enseres y objetos domésticos se han conservado desde entonces. También merece la pena ver la ceremonia del cambio de guardia, que se celebra en la plaza frente al palacio.