Día: Catedral, Alfama y Castillo
Tras un paseo por el centro, diríjase a la Sé de Lisboa, una catedral del siglo XII. Sus poderosos muros románicos recuerdan más a una fortaleza. La entrada a la nave principal es gratuita, mientras que el claustro, con excavaciones arqueológicas, puede visitarse por un precio simbólico.
Desde la catedral comienza el barrio más colorido de la ciudad: Alfama. Aquí es importante olvidarse del mapa y permitirse perderse un poco. Calles estrechas, lavaderos, tiendas de cerámica y bares en miniatura crean la atmósfera de una auténtica Lisboa antigua. Camine hasta el mirador de Santa Luzia, decorado con columnatas blancas y buganvillas moradas, y luego hasta el vecino balcón de Portas do Sol. Estos puntos ofrecen las mejores vistas de las cúpulas y tejados que descienden hacia el río.
Cerca del mediodía, suba hasta el Castillo de San Jorge. Se trata de la principal fortaleza de la ciudad, con sus murallas y torres conservadas, donde se puede pasear y los pavos reales deambulan libremente por los jardines. Las plataformas de la fortaleza ofrecen panorámicas que abarcan casi toda Lisboa. Merece la pena reservar una hora y media para tomarse su tiempo y saborear el ambiente.