El principio
Todo empezó hace mucho tiempo, cuando a los 9 años fui por primera vez a los Cárpatos con mis padres. Escalamos dos pequeños picos: Velikiy Verkh y Stoy, de 1500-1600 metros de altura. No puedo decir que me gustaran mucho las montañas en aquella época, ya que el tiempo era lluvioso y cambiante. Yo era pequeño, arrastraba una mochila enorme, los abetos me golpeaban en la cara con sus ramas y, por supuesto, no me hacía mucha gracia. Sobre todo si tenemos en cuenta que al mismo tiempo todos los niños estaban jugando al fútbol. Así que me inventaba todo tipo de excusas, pero mis padres seguían arrastrándome a las excursiones 3-4 veces al año. Así que crecí, me involucré y con el tiempo empecé a darme cuenta de que las mayores emociones las dan esas excursiones en las que algo sale mal. Al fin y al cabo, es de esas excursiones de las que luego hablarás a tus amigos.